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martes, 7 de mayo de 2013

14 años

Soy de los que creo que los catorce años marcan una imaginaria frontera entre la niñez y la mal afamada adolescencia.
Hace catorce años hoy, en mi familia estábamos como locos. Después de hacerse mucho de rogar, nacía el Tauro-relevo que protagoniza este post...

ya apuntaba maneras con la "peineta".
La pereza me impide subir al trastero, pero los que me conocéis ya estáis al tanto de mi manía de reflejar en una agenda todo lo que hago laboralmente a lo largo de la jornada.
Es seguro, que si rescato la del año 1999 me encontraré con las páginas previas al 7 de Mayo repletas de interrupciones en el trabajo por "culpa" (es un decir...) de los nervios de la nueva llegada familiar. Recuerdo dos ingresos por inflamación de colon, sobredosis de relajantes musculares y... la vuelta al tabaco...
Lo más chocante no es esto. Lo llamativo es que los verdaderos protagonistas -la madre y el niño- me "acompañaban" en el box de urgencias cuando eran ellos los que más cuidados necesitaban: Yoli  y yo, recordamos muchas veces con humor, cómo las enfermeras le decían que si se ponía de parto tan sólo había que cruzar la calle...

Pero como el protagonista hoy es otro, quisiera dejar plasmado aquí (porque las palabras se las lleva el viento) con cuatro letras escritas con el corazón (de ahí que estén mojadas...) lo mucho que nos alegra su existencia.
Tened por seguro ,que en la famosa agenda, los días posteriores al día 7 están vacíos de desdichas y llenos de alegrías. Por aquel entonces me hallaba yo inmerso (vaya faena) en la Vuelta Ciclista a Asturias, alojado en Genestoso y conectado desde una roca señalada con una X con un móvil de medio kilo de peso. Me apena haberme perdido los primeros baños del retoño.

Desde 1999 vivimos por y para Él y os aseguro que ningún 7 de Mayo ,desde entonces, está libre de celebración. Es un día en el que no hay sitio para problemas y mucho menos en estos tiempos.
Los que le hemos visto crecer de cerca sabemos de su adelantada-forzada madurez. Los que le vemos levantarse y acostarse todos los días, damos fe de su sensibilidad, de su amor a las cosas sencillas, de su pasión por los deportes., de su gusto por las mascotas, de su simpatía, de su interés por los demás, de sus buenas notas, de su... ¡ son tan tantas cosas !.

Creo que ya tenemos un hombrecito en la familia y que esa frontera de los catorce me impedirá, a partir de ahora, darle las gracias (al menos por escrito) por hacernos tan felices.
Son catorce añazos los suyos. Nosotros dormimos menos, menguan los kilos y el pelo, hay más canas y mucha ilusión. Merece mucho la pena.

Hoy al soplar las velas y pedir un deseo, nos ha dicho una vez mas: "ya sabeis que yo siempre pido salud para todos".

Adri, Feliz día y no cambies nunca.








1 comentario:

  1. Sólo estáis cosechando lo que habéis sembrado. Un abrazo, familia.
    Virginia

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